By Orna Ben Dor [1]

Traducido por: Nuria Nuñez Pascual

Slaves / Michael Angelo

“Los esclavos del tiempo son los esclavos de los esclavos, solo el esclavo de Dios es libre”.

Rabino Judá Halevi

“Siete veces contarás siete años sabáticos, de modo que los siete años sabáticos sumen cuarenta y nueve años, … El año cincuenta será declarado santo, y se proclamará en el país la liberación de todos sus habitantes. Será para ustedes un jubileo, y cada uno volverá a su posesión, y cada cual a su familia.” (Levítico capítulo 25, versículos 8,10).

En este ensayo abordaré los 49-50 años desde dos puntos de vista: la perspectiva judía que incluye el método esotérico – Kabbalah, y el antroposófico como fue presentado por el Dr. R. Steiner. Ambos coinciden al decir que los 49 años es la edad en que una persona podría obtener una nueva libertad.

Steiner indica ciertos puntos de edad como aquellos en los que el destino del pasado termina y el destino futuro comienza a surgir; los 49 años es la edad en la que Steiner afirmó claramente: el pasado ha terminado.

Desde el nacimiento hasta los 49 años, una persona lleva consigo el destino que comenzó antes de nacer. Ese destino influye principalmente en la infancia, un período con muy pocas posibilidades de cambio.

Una persona nace en una determinada nación, una familia determinada, unas condiciones socioeconómicas, genéticas, de género, siendo alto o bajo, teniendo ciertas inclinaciones y no otras, ya sean mentales o físicas, así como encontrándose con ciertos eventos externos.

En todos estos casos, una persona tiene muy poca elección. Por lo tanto, se podría afirmar que una persona es una “esclava” de su pasado.

Otro aspecto de la esclavitud del jubileo es la creación de estipulaciones que a su vez crean configuraciones neurológicas, psicológicas, sociales y de otro tipo en nuestras vidas. Esa es la razón por la que nuestra visión de la realidad se ve afectada por ellos y, por lo tanto, no es lúcida.

Estamos esclavizados a nuestra percepción, a la voluntad que nos transmiten nuestros padres, sus expectativas de nosotros, a nuestros prejuicios, nuestra propiedad, nuestras ansiedades y miedo al cambio, a nuestra culpa, nuestra imagen de nosotros mismo, a los contenidos que traemos con nosotros y nuestras obligaciones de vidas anteriores.

Según Steiner, parte de nuestras obligaciones se derivan de relaciones no resueltas con personas a las que perjudicamos en este y en anteriores momentos de la vida, malas acciones que se realizaron deliberada o equivocadamente, todo lo cual debemos reparar. Todo eso es nuestro karma pasado, contra el cual no tenemos libertad.

La sección de la Torá “En el monte” en el Levítico trata sobre la liberación del esclavo israelita; una vez cada siete años se le da la posibilidad de liberarse, y en el año 50, después de 49 años de esclavitud, el esclavo debe ser liberado.

El libro Zohar (método esotérico judío) presenta una interpretación espiritual del término esclavo. Se considera un esclavo no solo a uno que formalmente se le considera como tal, sino también a aquel que está dentro de todos y cada uno de nosotros. Nosotros, los humanos, somos esclavos del curso mecánico, repetitivo e inmutable que se llama “jubileo”, en otras palabras: las personas no son libres en sus vidas y realmente no tienen la capacidad de cambiar su destino.

Por otro lado, en el judaísmo, la esclavitud tiene un significado adicional: algunos son esclavos del jubileo, pero hay otros que son esclavos de Dios, y a ellos también se les llama, hijos.

“Porque para Mí los hijos de Israel son siervos; son Mis siervos a los que saqué de la tierra de Egipto: Yo soy el SEÑOR tu Dios.” (Leviticus, capítulo 25, versículo 55).

Si vinculamos ambos conceptos con respecto al esclavo junto con la ciencia espiritual antroposófica, podemos decir lo siguiente: hasta la mitad de la vida, todos estamos esclavizados a nuestro destino que viene hacia nosotros, tanto internamente (forma del cuerpo, estructura mental, deseos, voluntad personal, etc.) como externamente (los eventos externos, así como las personas, afectan nuestro destino). En ese sentido, podemos ser llamados esclavos del jubileo. A partir de la mitad de la vida (de 33 a 42 años en adelante) tenemos la posibilidad de cambiar nuestro estado de esclavo. A partir de estas edades, podemos elegir ser esclavos de Dios, es decir, buscar nuestra verdadera esencia espiritual y luchar por una nueva libertad en nuestra vida.

Según el Libro del Zohar, toda la nación israelita, a diferencia de otras naciones, tiene el potencial de ser esclava de Dios y, como tal, ser redimida, mientras que otras naciones están obligadas por sus deseos, sus voluntades y su pasado.

Según Steiner, en estos días no podemos considerar a la nación israelita como el pueblo elegido que posee exclusivamente ese potencial redentor. Todos los humanos son elegidos por Dios, y si eligen seguir el camino espiritual, independientemente de la religión, raza o género, podrían liberarse.

A partir de los 49 años, nuestros ojos se abren a nuestro destino, tomamos las riendas y, como está escrito en el Zohar: “Cada uno volverá al escalón del que pende su alma” (libre traducción).

La mayoría de las personas en ese rango de edad comienzan a sentir la finitud de la vida, no solo a través del conocimiento subjetivo, y como resultado inician un proceso de autoexamen.

El trabajo biográfico permite a una persona examinar su vida hasta el momento presente y encontrar el contexto de los eventos de acuerdo con las reglas biográficas, y conectar los hilos de su vida en un tapiz coherente y así actualizar su interpretación de esos eventos. Además de la interpretación psicológica habitual, uno puede observar su vida de manera espiritual, hacer rectificaciones morales cuando sea necesario y esforzarse por comprender el significado de su vida y su destino.

Estamos destinados a liberarnos de las cuerdas a las que nos atamos en el pasado, o a las que estábamos atados por circunstancias externas. En los casos en que no podamos cambiar la realidad, debemos cambiar la interpretación mediante la comprensión de la totalidad.

Esto es lo que significa encontrar el significado en retrospectiva. Mirando hacia atrás y encontrando el todo a través de las partes en desarrollo durante nuestra vida. El todo puede encontrarse al final del proceso10, y no está predeterminado, nuestra vida se desarrolla hacia nuestra esencia en su totalidad.

La liberación de las cuerdas a los 49 años no es fácil ni está garantizada. Una persona no se libera automáticamente. Depende de la libre voluntad. Solo tendrá lugar si se realiza un trabajo espiritual consciente. De lo contrario, la persona continuará atada a otro peldaño mecánico del karma pasado, y será un esclavo anillado (con un piercing), como se les llama en el judaísmo.

* Un especial agradecimiento al Sr. Kobi Nechushtan por proporcionar el conocimiento judaico.

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