Por Orna Ben Dor

Traducido por: Nuria Nuñez Pascual

“Por más paradójico que le parezca al hombre contemporáneo, la vida humana sólo podrá profundizarse cuando lo histórico, lo que hoy en día a menudo se llama historia y que es meramente lo histórico exterior, se oriente a la contemplación del hombre en la historia. Éste no se deja considerar sólo como alguien perteneciente a una época histórica, como alguien que únicamente vive una vida terrenal, sino que sólo se deja contemplar si se le considera como una individualidad que pasa de una vida terrenal a otra y que, en el tiempo intermedio entre la muerte y un nuevo nacimiento, obra transformando las vivencias, cambiando su configuración, sucediendo esto más en la subconsciencia. Esto, sin duda alguna, está vinculado con la verdadera formación del destino del hombre. Esta formación del destino no transcurre, es claro, en lo intelectual, sino que su curso se encuentra en lo que teje y enraíza en la subconsciencia. ” [1].

El psicoanalista Sigmund Freud fue quien popularizó el término “inconsciencia” a finales del siglo XIX, y quien reveló por primera vez el hecho de que la capa visible de la consciencia era solo la “punta del iceberg”. Por debajo, en el nivel inconsciente (subconsciente), la compleja y rica vida humana era vertiginosa y burbujeante, dominando sus emociones, comportamiento y pensamientos impactando profundamente en su vida.

A diferencia de Freud quien creía que el subconsciente era una dimensión en la que permanecían los deseos prohibidos, las pasiones reprimidas y los deseos supuestamente inmorales, Rudolf Steiner, quien vivió y trabajó en el mismo periodo, afirmó que el inconsciente es el hogar de la regla del destino: del propio karma. El reino inconsciente es el que realmente dirige los eventos de su vida, sus actos, sus encuentros con los demás. Todo esto está diseñado para permitir al Ser cumplir su destino que proviene de más allá del umbral del nacimiento, para rectificarse, y desarrollarse espiritualmente de una vida espiritual a la siguiente.

 Steiner consideraba este conocimiento kármico como el conocimiento más importante que se revelaría a la humanidad en nuestra era.  Él creía que después de muchos siglos de pensamiento materialista durante los cuales el mundo había negado el mundo espiritual, la vida espiritual y la idea de la reencarnación de las almas en la tierra, este conocimiento – que permite la corrección y el desarrollo continuo – debía revelarse nuevamente a la humanidad. Se supone que la gente de nuestra época debería redescubrir la fuente de la que todos emergemos y a la que todos nos dirigimos. Solo a través de la comprensión de la conexión entre el mundo terrenal y el espiritual, y su recíproca influencia, podemos reconocernos y entendernos plenamente.  Según el pensamiento oriental, nuestro periodo es considerado el periodo en el que la edad de la oscuridad espiritual – conocida como “Kali Yuga” – termina, y las puertas del mundo espiritual se abren de nuevo para la humanidad.

La Compensación Kármica

Hay varias puertas a través de las que uno puede acceder y comprender el karma y las reencarnaciones. Una de estas puertas es la llamada “El Necesario Cumplimiento del Imperativo Kármico”.

El cosmos sostiene una necesidad moral, según la cual, cada acto inmoral inflige sufrimiento sobre el malhechor, cuyo objetivo es la rectificación y la reparación del alma. Este proceso se llama “compensación kármica” o en otras palabras – “equilibrio kármico”.

Repasemos un caso en el que una persona hiere a otra en un determinado ciclo vital; en el mundo espiritual después de la muerte, y antes del renacimiento, el alma de la primera persona está decidida a rectificarse. Tal decisión se toma en ese reino ya que es allí, en el mundo espiritual, donde la persona comprende plenamente que su valía objetiva como alma y espíritu disminuye si su alma está manchada por el acto de herir a otra alma.

Durante un periodo definido, llamado Kamaloka, cada uno de nosotros experimentamos el dolor infligido a otros como si fuera nuestro propio dolor. Tal experiencia y la comprensión de que uno seguirá siendo defectuoso si no repara y rectifica las malas acciones, hace surgir la voluntad de atravesar un proceso de rectificación, de reconocer la necesidad de una “Compensación Kármica” que permita la liberación de la influencia prejudicial de la mala acción.

Los actos inmorales, las malas acciones y los actos malvados hacia otros son actos en los que una persona considera a los demás como objetos, los explota para su propio beneficio, o abusa de ellos. Aunque la decisión relativa a la “Compensación Kármica” tiene lugar en el mundo espiritual, su implementación solo puede tener lugar aquí en la Tierra, cuando el alma regresa a otro ciclo vital.

Las decisiones de rectificar y alcanzar el equilibrio son realizadas por la persona con la guía de las Jerarquías espirituales superiores, que acompañan a la persona desde su creación. Dichas Jerarquías son varias extensiones del infinito, y se conocen en la Cábala judía como, las Esperas.

¿Qué es el “Imperativo Kármico”?

La palabra imperative indica que no depende de la libre elección de una persona, sino que se le impone independientemente de su voluntad o deseo.

Cuando una persona vuelve a otro ciclo de vida, las malas acciones que cometió en encarnaciones anteriores se entretejen en su interior como “memoria kármica”. El conocimiento de lo que debe hacer como compensación por sus acciones anteriores está arraigado en su ser. Es esta memoria la que le conduce a buscar la rectificación. La rectificación se alcanza a través de los demás y de eventos biográficos cruciales, tales eventos modelan el Imperativo como si vinieran de fuera. La persona es “bautizada” en una determinada realidad, y es como si se le dijera: “Esta es tu compensación kármica”.

Los imperativos Kármicos están arraigados en la persona hasta que alcanza los 21 años de edad.

“Los Ángeles, Arcángeles y Arcai nos dicen en nuestra subconciencia durante las tres primeras épocas de la vida: Todo esto lo has traído de épocas anteriores, de vidas terrenales anteriores. Esto debes asumirlo.”  [2]

Entre los 28 y los 49 años, estos imperativos kármicos deben alcanzar su inevitable cumplimiento. En otras palabras, en tema en cuestión reaparecerá una y otra vez, de modo que quedará inscrito, incluso tatuado en el alma y el cuerpo, para asegurarse de que comprenda que el imperativo es una parte integrante del proceso de rectificación, y pertenece a su karma y a su biografía individual.

La infancia, es una recapitulación (resumen sucinto) de una encarnación anterior. Toda persona reingresa en el mundo reconstruyendo un gesto anímico e incluso una cierta sensación de la posición social previa que guarda relación con su vida anterior.

Por ejemplo, un hombre que en una encarnación anterior perteneció a una clase social elevada como la aristocracia o el sacerdocio, se siente superior a los demás. Gracias a su elevado estatus probablemente disfrutaba siendo servido por los demás y era libre de vivir una vida de contemplación y estudio sin necesidad de trabajar para ganarse la vida ni de entrar en contacto real con el mundo material. Una persona así puede carecer de sensibilidad hacia las personas de clase baja que le rodean y considerarlas inferiores.

Aunque una persona así alcance grandes logros en diferentes ámbitos de la vida e incluso obtenga elevadas revelaciones espirituales, seguirá careciendo de moral.

Cuando una persona así atraviesa las “puertas de la muerte”, reconoce sus actos inmorales y el hecho de que su valor cósmico absoluto disminuyó, y decide rectificar.

Según la ley de la recapitulación, volverá al mundo en su siguiente encarnación con la misma sensación de superioridad y singularidad, como un gesto mental que da testimonio de su anterior vida.

De niño, por ejemplo, se sentirá más listo que los demás y percibirá su propia valía. Su sentimiento básico será el de poder y control. Estos sentimientos los considerará naturales y obvios, ya que se originaron en una vida anterior y también se ven reforzados por la actitud de los demás hacia él – su familia, los maestros, y a menudo, también su grupo de iguales.

El “Imperativo Kármico” se manifestará como una caída desde una posición elevada. El defecto moral de la encarnación anterior se caracterizaba por la arrogancia y el comportamiento desconsiderado hacia los demás, derivado de su sensación de superioridad y falta de sensibilidad. La caída desde lo alto hará que el niño experimente el mismo dolor que él mismo infligió a los demás en su vida anterior. Esto puede manifestarse por un sentimiento de humillación, exclusión, impotencia y orgullo herido.

Evento Biográfico

Henia era una niña sabia, la primera de la clase, especialmente querida por su maestra, de quien recibía una atención especial. Entonces, un día, la maestra titular se fue por una baja de maternidad y llegó una maestra sustituta. Esta no reconoció la singularidad de Henia y no le otorgó ningún trato especial. De hecho, su actitud sugería que estaba ligeramente resentida por el exceptcional comportamiento de Henia en clase.

Henia experimenta una fuerte sensación de fracaso y humillación. La maestra sustituta le hizo sentir como si no fuera lo bastante inteligente y nada especial. De hecho, ese era su imperativo kármico.

Es importante señalar que la interpretación emocional de Henia del evento estaba ligada a su imperativo kármico. El evento fue generado para incrementar el sentido kármico.

La mayoría de los “imperativos kármicos” son delicadas inscripciones del destino, inscripciones que después de los 21 años se exhiben más profundamente como cumplimiento kármico.

Los niños que consiguen mantenerse a través del imperativo kármico podrán seguir adelante y soportar el sufrimiento hasta el día en que descifren su significado.

Sin embargo, hay casos en los que los “imperativos kármicos” derrotarán al niño y no podrá resistir. Esto puede manifestarse de diferentes maneras, cuyo objetivo es el mismo: atenuar la sensación de sufrimiento. Estados tales como el desapego emocional hasta casos extremos de autismo, enfermedades graves y diversas adicciones que empiezan a partir de la pubertad. Las adicciones también pueden desarrollarse en períodos posteriores, cuando la “demanda kármica” vuelve como “cumplimiento kármico”.

El Cumplimiento Kármico

“Por el contrario, al mirar hacia el suceder posterior de la vida, desde los 28 hasta los 49 años, tenemos que ver menos con la acuñación de las exigencias kármicas y más con lo que es el cumplimiento del karma, el descargar el karma.  En este período de la vida aparece el cumplimiento kármico, lo que tenemos que descargar en función de lo que se acuñó en los tres primeros períodos” [3]

Si bien el sufrimiento en la infancia y la juventud se impone a una persona, a partir de los 21 años, esta tomará decisiones que más tarde le acarrearán sufrimientos relacionados con su Imperativo kármico, sin darse cuenta de que ella misma causó su condición directa o indirectamente. “Convocará” eventos o encuentros con personas a través de los cuales se cumplirá su karma una y otra vez.

Evento Biográfico (continuación)

A medida que crecía, Henia adquirió una profesión respetable, y a los 28 años tomó la fatídica decisión de abandonar su tierra natal y emigrar a Israel. Al mismo tiempo, dejó a su primer marido quien la cuidó y la apoyó durante bastantes años. Pero cuando llegó a esta nueva tierra, no pudo encontrar un trabajo que se ajustara a sus aptitudes y, por lo tanto, se vio obligada a trabajar como cuidadora de niños con una familia local.

El trabajo no satisfacía a Henia, ya que no le permitía utilizar sus aptitudes académicas y no le proporcionaba la posición social o los ingresos que le permitieran llevar una vida cómoda. De nuevo Henia experimentó la caída, el sufrimiento y la humillación que caracterizaron el evento de su infancia. Esta vez fue ella misma, a través de su propia decisión aparentemente consciente (de abandonar su tierra natal), la que lo atrajo hacia ella.

Este tipo de eventos volvieron una y otra vez a la vida de Henia, y sólo después de los 41 años, tras de un trabajo espiritual consciente sobre su biografía y después de una grave crisis mental que fue acompañada de una enfermedad física, comenzó a atar los cabos entre los eventos de su vida. y examinarlos desde el punto de vista del imperativo kármico y su cumplimiento. Tras lo cual, los eventos adquirieron un significado más elevado lo que ayudó a Henia a salir de la crisis en la que cayó.

Es importante señalar que una persona puede retirarse y no ser capaz de soportar los imperativos kármicos. En el caso de Henia, una forma de evitar el karma habría sido regresar a su tierra natal. Pero ella decidió quedarse y hacerle frente. Apenas logró aguantar y avanzar al siguiente paso.

Por lo general, la decisión de seguir adelante está relacionada con un alejamiento del pasado. Muchas personas no cruzan ese umbral, ya que esa separación implica mucho sufrimiento. Existe la tentación de volver al mundo familiar y las conexiones pasadas. Las personas con una misión espiritual cruzarán el umbral.

En la historia bíblica de Lot, Dios le ordena a él y a su familia no mirar hacia atrás, la ciudad en llamas de Sodoma, la esposa de Lot no cumple con este mandato, lo que resultó en su muerte inmediata.

“Cuando ya los habían sacado de la ciudad, uno de los ángeles le dijo: ¡Escápate! No mires hacia atrás, ni te detengas en ninguna parte del valle. Huye hacia las montañas, no sea que perezcas.” (Génesis, capítulo 19, verso 17)

Hay personas que no tienen la fuerza, por razones kármicas, para cruzar este umbral y, a pesar de ello, continúan aparentemente con su vida externa como personas de éxito, activas y obstinadas. Sin embargo, espiritualmente sufren un proceso de regresión espiritual, que se expresará en sus últimos años.

“… Si yo, que siempre me he interesado por los caminos de desarrollo espiritual de la humanidad, dirijo mi atención a un número de estos hombres, que entran en la vida de forma tan productiva, que incluso como jóvenes poetas o artistas causan una gran impresión sobre sus congéneres, y más tarde dirijo la mirada a los mismos – de los que se dijo cuando tenían 24, 25, 26, 27 años: ¡tiene un enorme y portentoso talento! -, veo que se hicieron mayores y todo se agotó, todo quedó en la poesía o en lo artístico de la juventud. Más tarde todo se secó. No tenían ya relevancia alguna en el terreno en que gozaron una vez de importancia.

… Esta tragedia existe en nuestra época de manera múltiple. ¡Hemos adquirido tanto que no llega a mantenerse para toda la vida! En nuestros tiempos tenemos mucho de los ideales de la juventud, en esa edad, pero poco prevalece de ellos en edad más avanzada. Los mayores confían mucho más en el estado o en la pensión que en la verdadera vida, la que pulsa de forma viviente, y esto es porque necesitan el apoyo de afuera al no poder encontrar lo que les lleva a vincularse con la primera Jerarquía.” [4]

La persona que ha logrado soportar el sufrimiento alcanza un estado en el que ya no lucha contra su imperativo kármico. Por ejemplo, puede decidir aceptar su “bajo estatus” sin intentar liberarse de él. A veces, esta decisión, la renuncia y el sacrificio voluntario harán que las cosas funcionen, de forma aparentemente misteriosa, de modo que la persona no tendrá que renunciar realmente al reconocimiento y al honor. Al mismo tiempo, estará en posición de no considerarlos ya de mucha importancia.

El Cumplimiento Kármico y la Moral

A veces, el “cumplimiento kármico” parece contradecir las normas morales aceptadas. Un ejemplo de ello podemos encontrarlo en la historia del caballero Parsifal [5], cuya figura es un prototipo del hombre moderno que atraviesa un viaje iniciático de desarrollo. El viaje de Parsifal es largo y arduo, al final del cual es coronado como el rey del Santo Grial.

Parsifal nació de una madre que le ocultó su identidad caballeresca, pues esperaba salvarlo del destino de su padre, el legendario Sir Lancelot. Hasta los 15 años le crió en el bosque con gran devoción, en compañía de 15 mujeres, sin hablarle de su origen ni de la existencia de la institución de caballería.

Un día, Parsifal se encuentra con un grupo de caballeros que atravesaban el bosque. Fascinado por su apariencia heroica, Parsifal decide ser un caballero. Su amorosa madre se derrumba y muere un día después de su partida. En su camino hacia el cumplimiento de su destino, Parsifal comete, sin saberlo, muchos actos inmorales. El acto más inmoral fue que cuando pasó frente a Anfortas, el rey del Santo Grial que tenía una enfermedad terminal, no mostró interés y no le hizo la pregunta crucial que le habría salvado de su agonía.

Henia, cuyo imperativo kármico describo en este artículo, también dejó atrás a su marido que le apoyó económica y emocionalmente durante muchos años, y a sus ancianos padres que también la apoyaron y la amaron. Impulsada por su decisión, Henia dejó atrás su pasado para siempre.

En el transcurso del cumplimiento del propio karma, una persona puede encontrar justificaciones para no sentir el mal, como en la afirmación “el fin justifica los medios”. Sin embargo, la mancha del mal permanece en el interior y eventualmente debe ser tratada.

Cuando una persona no reconoce la inmoralidad que acompaña a sus necesarias acciones en el camino hacia el imperativo kármico, no percibe el dolor que causó a los demás, el conflicto entre el cumplimiento kármico y la moral ‘se traslada a las extremidades’, es decir, se expresa físicamente, como una lesión o enfermedad en el cuerpo.

Encontramos un ejemplo en el Antiguo Testamento con Jacob, el antepasado físico y espiritual de la nación hebrea. Para lograr su misión, Jacob tuvo que engañar a su padre y a su hermano Esaú y privar a este último de su antigüedad y obtener la bendición de su padre. Al hacerlo, causó una injusticia a Esaú y un gran dolor. Además, Jacob, en su compromiso de ser el padre de la nación, también engañó a Labán, el padre de sus dos esposas, cuando le abandonó con todas sus posesiones.

En el caso de Jacob, el resultado de su necesaria inmoralidad fue su lucha con el ángel, lucha de la que salió cojeando, herido en el muslo; en otras palabras, los resultados de sus acciones “descendieron a las extremidades”.

31Cruzaba Jacob por el lugar llamado Penuel, cuando salió el sol. A causa de su cadera dislocada iba cogeando.32Por esta razón los israelitas no comen el tendón que está en la coyuntura de la cadera, porque a Jacob se le tocó en dicho tendón.” (Génesis, capítulo 32, versos 31-32).

Es importante señalar que, aunque el cumplimiento kármico a veces requiera un comportamiento inmoral, siempre requerirá que una persona pague por sus actos.

Volviendo a la biografía de Henia, a los 41 años sufrió una grave ruptura discal que la dejó paralizada durante muchos meses, indefensa y dolorida, sin poder moverse. Este fue, de hecho, el comienzo de su viaje espiritual consciente.

El Sacrificio

La corrección del “imperativo kármico” requiere sacrificio. El sacrificio se manifiesta en la disposición a estar en un estado que trataste de evitar durante toda tu vida. Esto puede implicar iniciar una separación emocional o aceptar “ser reducido” de cualquier manera.

Una metamorfosis mental-espiritual solo puede tener lugar cuando se ofrece un sacrificio. El imperativo kármico a veces puede continuar hasta la muerte.

El consentimiento, la voluntad de sacrificio, puede permitir el florecimiento espiritual. A veces, si el consentimiento es real y no manipulador con la expectativa de ser compensado, el sacrificio no será finalmente necesario.

La historia arquetípica del sacrificio se describe en la historia bíblica del sacrificio de Isaac. Finalmente, debido a la voluntad de Abraham de sacrificar a su amado hijo, el sacrificio real ya no fue necesario.

 

 

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Bibliografía:

[1] Steiner, R. (1924), “Relaciones kármicas” tomo II, conferencia 3, GA236

[2] Steiner, R. (1924), “Relaciones kármicas” tomo II, conferencia 11, GA236

[3] Steiner, R. (1924), “Relaciones kármicas” tomo II, conferencia 11, GA236

[4] Steiner, R. (1924), “Relaciones kármicas” tomo II, conferencia 11, GA236

[5] Steiner R (1913), “Los Misterios del Este”, GA 144

* Este artículo se basa en un taller de biografía presentado por el Sr. Tzvi Briger, consejero biográfico y estudioso de la Antroposofía, en Haifa, Israel, 2011.

En sus estudios, T. Briger se refiere a lo dicho por Rudolf Steiner, el fundador de la Antroposofía, en sus diversas conferencias, artículos y libros. Para T. Briger, la doctrina de Steiner constituye la base para posteriores investigaciones. Él crea nuevos y creativos vínculos que no necesariamente fueron formados por Steiner, pero que se basan en sus palabras.

En este sentido, Tzvi Briger es un erudito activo e innovador. Insufla nueva vida a los a veces oscuros escritos de Steiner, y al hacerlo es fiel al verdadero espíritu del propio Steiner, que siempre trató de dar vida a conceptos abstractos, para que no se conviertan en ideas muertas.

He editado y reorganizado las palabras de Tzvi Briger a partir de las grabaciones del taller, y por lo tanto, naturalmente, soy responsable de cualquier error o malentendido que pueda contener este ensayo.

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