Por Orna Ben Dor

Traducido por: Nuria Nuñez Pascual

“La ciencia espiritual no es, por lo tanto, una mera “concepción del mundo” en el sentido aceptado, sino algo sin lo cual – incluso en la parte inmortal de su ser – el hombre no puede saber nada sobre los mundos de la inmortalidad. La ciencia espiritual es una fuerza activa que impregna el alma como realidad.” (1).

Nuestra vida se compone de los eventos que nos han sucedido, así como de nuestras interpretaciones de su significado. A principios del S.XXI, nuestra cultura sigue cautivada en gran medida por el paradigma de pensamiento de la psicología clásica de S. Freud, creada a principios del S.XX, según el cual una persona está motivada por necesidades físicas y procesos mentales que se derivan de esos procesos físicos. Como tal, el psicoanálisis presenta una imagen que no tiene en cuenta el hecho de que una persona es un ser espiritual, un ser que procede del mundo espiritual, que sigue reglas espirituales. El proceso de pensamiento biográfico, que se basa en el conocimiento del ser humano en su conjunto, ofrece una forma diferente de interpretación, una perspectiva global de nuestra vida aquí en la Tierra.

Buscar la fuente del problema en la infancia, los padres, el entorno, no proporciona una respuesta completa a la pregunta: ¿por qué me suceden las cosas? ¿Por qué a mí? En tal búsqueda no hay ningún resultado esperanzador. El paradigma de la ciencia espiritual antroposófica se basa en la premisa de que una persona elige a sus padres y su entorno ya antes de nacer. Sus experiencias vitales, incluso las más difíciles, no solo están ligadas a su destino y rectificación – sino también a su propósito de vida y a su karma. A pesar de que esta idea no es sencilla, da sentido a nuestra vida y de este modo abre la puerta al cambio.

“(…) la investigación espiritual (…) tiene que ver con las necesidades del alma humana; con cuestiones relacionadas con las alegrías y las penas más íntimas del alma; con el conocimiento que capacita al ser humano para soportar su destino, y de tal modo que experimente la satisfacción y la dicha interiores aunque el destino le depare penas y sufrimiento. Si ciertas preguntas permanecen sin respuesta, los hombres quedan desolados y vacíos, y precisamente ellos son la preocupación de la Ciencia Espiritual.” (2)

Según Steiner, tras su muerte, una persona obtiene una imagen completa de su vida, incluidas sus buenas y sus malas acciones. Experimenta el dolor que ha infligido a otros, como si fuese su propio dolor. Comprende el significado cósmico del acto, sabiendo que el acto mancha el mundo y reduce su valor y su capacidad de desarrollarse hacia ser un ser completo. El deseo de la persona de enmendar su camino, de recuperar el valor perdido, le conduce a elegir los eventos y las circunstancias de su nueva vida. Cada experiencia que convocamos en el estado superior de consciencia que nos caracteriza mientras estamos en los mundos espirituales, antes de descender de nuevo para reencarnarnos, tiene un único propósito: conducir nuestro desarrollo como seres humanos y enmendar nuestras faltas y defectos, incluso si desde el punto de vista terrenal de nuestra actual vida, lo experimentamos como insufrible y no deseado.

“… Durante el periodo de purificación que atravesamos tras la muerte, nuestras almas experimentan cómo determinadas acciones que llevamos a cabo en una vida anterior obstaculizan nuestro posterior desarrollo, y que mientras experimentamos esto, desarrollamos un impulso para compensar las consecuencias de estas acciones. Supongamos que traemos este impulso con nosotros a una nueva vida, y que este da forma a rasgos del carácter que nos sitúan en posición de compensar lo que hemos hecho. Si consideramos la suma total de estos impulsos, entonces tendremos una razón por la que hemos nacido en un entorno determinado como una cuestión de destino.” (3)

El paradigma biográfico no considera ni a los padres ni al entorno como los agentes definitorios de nuestro destino. Su punto de partida es la decisión tomada antes del nacimiento que conduce a una persona a nacer con unos padres y en un entorno concretos. Además, una persona no solo elige una familia, una nación, un entorno en el que nacer, sino que ya en los mundos espirituales trabaja en el modelado de las características hereditarias de sus antepasados – aquellos rasgos específicos con los que necesita nacer (este hecho, por supuesto, no disminuye nuestra responsabilidad como padres).

El trabajo biográfico no trata de resolver problemas o simplemente aliviar el sufrimiento, aunque el profundo proceso de reconocer nuestro destino y a nosotros mismos nos sana. Se trata de encontrar el sentido absoluto de nuestra vida desde el punto de vista espiritual, y de encontrar el hilo escarlata que está tejido en una vida individual, que señala a una determinada dirección hacia la que la vida se dirige – hacia el destino y, en ocasiones, la vocación.

Hasta la mitad de la vida no somos realmente libres de moldear nuestro destino. Está determinado por el pasado. Saber esto sitúa los eventos del pasado en el contexto apropiado y como tal ya proporciona consuelo. Muchas personas sienten una gran tristeza cuando se dan cuenta de que, hasta entonces, han vivido su vida solo parcialmente, renunciando a una parte de la totalidad de su ser. Darse cuenta de que, durante la primera parte de la vida, una persona está ligada a un destino que trajo consigo del pasado, dota de legitimidad y un nuevo significado a los eventos del destino.

A partir de la mitad de la vida, una persona puede influir en su destino, a través de un trabajo consciente sobre los vínculos entre las causas y los resultados de su vida. Esta coherencia puede comprenderse a través del dicho judío “Todo está previsto, pero se da la libertad de elección” (Pirkei Avot). Hay asuntos prenatales que traemos con nosotros y que son “todo está previsto”. Sin embargo, tenemos el derecho a reparar aquello que necesita ser reparado, a interpretar nuestra vida de un modo diferente, y dotarla así de intención y sentido.

“Existe una conexión causal entre el comportamiento del pasado y el del presente. Pero como los eventos pasados no pueden cambiarse, o bien tenemos que perder toda esperanza de cambio, o bien debemos asumir que, por lo menos desde ciertos aspectos importantes, el pasado influye en el presente solo a través de la interpretación que una persona da en el presente al evento que ocurrió en el pasado. Por lo tanto, la reinterpretación significa cambiar la formación, o el punto de vista conceptual y/o emocional según el cual uno actúa en una situación determinada, y situarlo en un marco diferente que esté a la altura o incluso se adapte mejor a los hechos de esa situación concreta cambiando así todo su significado.” (5)

Debemos afirmar que, además del karma del pasado, existe el karma de futuro. Un evento que suceda ahora puede ser el resultado de nuestros actos del pasado, pero también puede ser el punto de partida de un futuro evento. A través del trabajo biográfico podemos discernir entre estos dos tipos de eventos.

“… tal vez ahora un evento es doloroso porque nos parece simplemente el resultado de lo que ha sucedido previamente, pero también podemos considerarlo como el punto de partida de aquello que va a venir a continuación. Entonces podemos prever el golpe del destino como el punto de partida y la causa de los resultados, y esto sitúa el asunto bajo una luz muy diferente. Así, la propia ley del karma puede ser una fuente de consuelo si nos acostumbramos a situar un evento no solo al final, sino al principio de una serie de eventos.” (6)

El pensamiento biográfico ofrece una nueva forma de interpretar nuestra vida que conduce a un verdadero cambio, aceptando y reconociendo nuestro destino, y abriéndonos a los mundos espirituales para obtener respuestas a nuestras preguntas.

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Bibliografía:

  1. Steiner R. (1909) “La Acción de Cristo y la Fuerzas Espirituales Opositoras. Lucifer, Áhriman, Asuras. Schmidt Número: S-1899.
  2. Steiner Metamorfosis del Alma. Caminos de Experiencia. Vol. 1. Conferencia 1. Schmidt Número: S-2070
  3. Steiner, La Ciencia Oculta: un borrador
  4. Véase el ensayo “La edad de los 49 años en el Espejo Biográfico”

5-6. Cambio: Principios de Formación y Resolución de problemas. Paul Watzlawick , John H. WeaklandRichard Fisch . 1974. (traducción libre).

  1. Steiner Las Manifestaciones del Karma. Conferencia 1. Schmidt Número: S-2229
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